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23 diciembre 2010
Expertos en patologías neurológicas abogan por desarrollar nuevas terapias en la jornada organizada por SAR Arturo Soria en Madrid
Desarrollar nuevas terapias que se ajusten a las necesidades de las personas que padecen afecciones neurológicas, que no superan los 65 años, es uno de los principales objetivos de futuro, según los expertos reunidos en la jornada SAR Arturo Soria de Madrid. «Respuestas activas a las patologías neurológicas». Las jornadas se centraron en el analisis de patologías como el Parkinson o el Alzheimer,que normalmente, se manifiestan en personas mayores de 65 años.
Profesionales, cuidadores y familiares abordaron la atención integral a personas con dependencia derivada de enfermedades neurológicas. Blanca Clavijo, presidenta de la Asociación Nacional de Familiares de Enfermos de Alzheimer (AFALContigo ), y Antonio Pedreira, presidente de la Asociación de Parkinson de Madrid, inauguraron el acto. Blanca Clavijo recordó que, hasta hace poco, estos pacientes no podían optar a una plaza residencial si no superaban los 65 años. No obstante, remarcó que, actualmente, este grupo de población puede disfrutar de este servicio si acredita un certificado de demencia.
El encuentro también contó con la intervención de Pedro Gil, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG ), quien indicó que existen alrededor de siete millones de personas con más de 65 años y que el segmento de la población que supera los 80 -cerca de dos millones- son los que más demanda de recursos sociosanitarios exigirán en los próximos años. Asimismo, señaló que «la discapacidad esperada deriva en el 85,5% de la enfermedad crónica» y que se debe detectar el riesgo antes que aparezca.
Luis Redondo, trabajador social de AFALContigo, y Dámaris Álvarez, trabajadora social de la Asociación de Parkinson Madrid, coincidieron en que se deberían conceder nuevas ayudas más adaptadas a las familias con enfermos de Alzheimer y de Parkinson menores de 65 años. Principalmente, debido a que las formas de enfrentarse a estas patologías y sus repercusiones son diferentes a las de los mayores que superan esta edad.
De esta forma, Redondo subrayó que, si ya resulta difícil la situación de una familia con un miembro que sufre deterioro cognitivo, se complica aún más cuando el afectado está en edad laboral y tiene hijos a su cargo. En ese sentido, «el cuidador debe conseguir alcanzar el equilibrio entre atender al enfermo e intentar llevar una vida lo más normal posible». Redondo puntualizó que los profesionales deben ayudar a los parientes a afrontar y a convivir con el deterioro cognitivo, así como asesorarles y apoyarles en la toma de decisiones a medida que avanza la patología.
Por su parte, Álvarez señaló que el papel que desempeñan estos trabajadores debe encaminarse a «mejorar la calidad de vida de estos pacientes y favorecer su autonomía a través de una asistencia sociosanitaria específica con especialistas cualificados»