Mª José, recepcionista DomusVi El Campello

Todo empezó un día de una semana, de un mes, de un año, de una década… y digo todo esto porque cuando nuestra vida y la de nuestros mayores vuelva a la normalidad no lo querré recordar nunca.

Soy María José, recepcionista de DomusVi El Campello. Reconozco que el trabajo que realizo en mi puesto me entusiasma, pero supera con creces el poder hablar, abrazar (cuando se podía), escucharles, arreglarles el teléfono móvil, ponerles una chaqueta cuando salen a pasear, sacarles de la maquina un café, una bolsa de patatas, agua, etc.

La mayoría de nuestros mayores siempre echan de menos a sus familias. Cuando me dicen «María José, ¿puedes llamar a mi hijo, que necesito hablar con él?», para mí es prioritario, ya que para ellos también lo es. Cuando consigo el reto, es muy gratificante: sus caritas cuando salen a recepción lo dicen todo.

Estamos viviendo una pesadilla, a nivel familiar y a nivel de nuestro trabajo. Digo esto porque todos los que nos dedicamos a esta profesión intentamos (y lo conseguimos) que nuestros mayores se sientan como en su casa.

Cada día que voy a trabajar veo que mis compañeros, a los cuales admiro (a todos), se desviven por realizar su trabajo lo mejor que pueden, cada cual en su puesto. Cuando uno de nuestros mayores tiene un problema, ya sea de salud, anímico o físico, para nosotros es un reto que tenemos que conseguir solucionar y, cuando esto pasa, lo celebramos.

Tengo en la memoria un caso del que siempre me acordaré. Una residente se cayó y la operaron de la cadera; cuando regresó del hospital, venía en una silla de ruedas, ¡como es normal! Al cabo de un tiempo, y gracias a nuestra fisio, empezó a andar.Ese día entraba yo en turno y ella me quería dar una sorpresa, y es que estaba andando con el andador. Las dos empezamos a llorar de alegría y le dije que estaba muy orgullosa de ella. Ahora, cada vez que puede sale al jardín y trae alguna florecilla para que la ponga en un jarrón o en alguna planta en honor a todos mis compañeros.

Tendría mil historias para contar y no acabaría, pero quiero dejar constancia en este escrito de que los trabajadores de DomusVi El Campello nos desvivimos por nuestros mayores. Son todo para nosotros e intentamos con todas nuestras fuerzas salir de ésta y salir bien, con muchísimo esfuerzo por parte de todos pero con alegría, entusiasmo y amor, mucho amor.

Cuando todo esto pase volveré a abrazarlos y ellos a mí, volveré a esa alegría que suelo tener, pues aún no la he perdido ni consentiré que eso suceda.

Un abrazo de corazón a mis mayores, os quiero.

María José
DomusVi El Campello (Alicante)