Domingo, trabajador social DomusVi Can Carbonell
Estábamos terminando el invierno, con ganas de que diera comienzo la primavera, deseando que los días fueran más largos, expectantes que salieran las flores, contagiando las sonrisas y la positividad de una nueva estación.
En ese entonces, se escuchaba que en China había aparecido un virus que era algo más complicado que una gripe. Pero nadie, al menos entre la población en general, se podía imaginar lo que estaba a punto de pasar. Había algún caso puntual en España, de hecho en la isla de Mallorca se dio uno de los primeros casos, pero aun así lo veíamos lejano. El tráfico aéreo, la globalización, esta pandemia, nos ha llevado a una nueva realidad.
Lo positivo de todo esto es que valoramos cosas que antes estaban tan interiorizadas en nuestra vida diaria que no les dábamos importancia. Un paseo por la playa, ver a nuestros seres más queridos, dar un beso, un abrazo… cosas tan simples que no son materiales, pero que nos hacen feliz.
Quizá nos pueda ayudar a entender que sin el último modelo de móvil que ha salido o sin cualquier cosa material podemos vivir, pero sin un abrazo, un beso es mucho más complicado hacer frente el día a día. Esa nueva realidad que ha llenado nuestros balcones dando ánimos a todos nuestros sanitarios y a todo nuestro personal en residencias.
¿Por qué decidí estudiar Trabajo social? Cuando tenía 18 años estaba muy perdido no sabía muy bien qué quería estudiar ni aquello que me hacía feliz. En ese momento mi madre se puso enferma, le diagnosticaron cáncer.
Entonces lo tuve claro, siempre me había gustado sacar una sonrisa a la gente que me rodea, pero quería ir más allá. Quería ayudar a gente que lo necesita y ya no solo hacer feliz a la gente que tenía a mí alrededor si no aportar mi granito de arena para hacer este mundo un poco mejor.
Empecé entonces Trabajo Social, a medida que pasaba el tiempo tenía más claro lo que me hace feliz: poder ayudar. Siempre he tenido una sintonía especial con las personas mayores, por eso también tuve muy claro que quería especializarme en centros residenciales.
Tuve la suerte de poder empezar en DomusVi Can Carbonell, desde el primer día me sentí como en casa, en un entorno que conocía perfectamente y un equipo que desde el primer momento, me lo puso muy fácil. Ahora, en esta situación te das cuenta de las magníficas personas con las que trabajo.
Cuando llego a casa y hablo por teléfono con mis seres queridos y me preguntan cómo ha ido el día me emociona pensar el gran trabajo que hemos realizado. Somos un gran equipo y cada uno forma parte de un puzzle imposible de separar y cada pieza es igual de importante que las demás.
Recepcionistas recibiendo las llamadas de nuestros familiares, equipo de cocina llevándole los mejores platos a nuestros residentes, lavandería y limpieza extremando en estos momentos la limpieza de todas las zonas, equipo de terapias que estimulan a nuestros residentes llegando a las casas de sus familiares a través de las vídeo llamadas, y el fundamental equipo asistencial dándoles los mejores cuidados a nuestros mayores.
Gracias a las familias por depositar en nosotros la confianza plena que nos demostráis con las llamadas que os realizamos a diario.
Por último, y lo más importante, GRACIAS A NUESTROS RESIDENTES, que nos han dado una lección de vida, una lección de amor que hace que nos emocionemos junto a ellos.
Seguiremos trabajando duro para seguir cuidando y sacando sonrisas. ¡TODO IRÁ BIEN!
Domingo
DomusVi Can Carbonell (Baleares)