Clara, ayudante de supervisión DomusVi Elche l’Aljub
ESOS DÍAS EN LOS QUE SE NOS TAPÓ LA SONRISA
Dentro de un tiempo, cuando nuestros nietos nos pregunten como vivimos la pandemia de 2020, contaremos que hubo unos días, más de los que nos hubiera gustado, en los que nuestras sonrisas se taparon con una mascarilla. Pero que debajo de cada una de ellas había una sonrisa guardada para dar a quien la necesitara.
Contaremos que fueron días de incertidumbre, de soledad y de compañerismo al mismo tiempo; de distancia, pero de profundo amor; de un silencio en las calles que helaba la sangre, sólo roto por unos aplausos que derretían hasta los más escépticos de los corazones.
Aplausos que iban destinados a nosotros, los sanitarios. Aplausos que nacieron espontáneamente de las gentes como agradecimiento a nuestra labor, y que se convirtieron en la excusa perfecta para quedar a las ocho con nuestros vecinos.
Vecinos que, hasta entonces, apenas conocíamos y que se convirtieron en parte de nuestra familia.
Familias que permanecimos en nuestras casas, con el deseo aplazado de abrazarnos.
Nuestros centros de trabajo se convirtieron en nuestras casas también, y nuestros compañeros en hermanos de la batalla.
Batallas que íbamos ganando cada día, con cada resultado negativo, con cada llamada de agradecimiento. Con cada donación de material.
Hasta que un soleado día (del que aún no sabemos la fecha), salimos a la calle a abrazar a nuestros padres, hermanos, primos,amigos… Abrazando antes, incluso, a los que fueron nuestros compañeros en la guerra.
Y el silencio de las calles se rompió con las risa de los niños, y de sus abuelos al verlos.
Y destapamos nuestras sonrisas y reímos hasta llorar.