Carmen, supervisora DomusVi Leganés

Mayo, te presentas soleado y con una pizca de esperanza, atrás quedaron Marzo y Abril que los hemos visto pasar como un mal sueño.

Hemos demostrado que el mundo se mueve a través de pequeñas personas en lugares pequeños, y permitidme hablaros de mi barco, ese que aquel ocho de Marzo, a la voz de su Capitana demostró ser un equipo y daba igual donde estuvieras en tu día de descanso porque había que protegerlos a ellos, nuestros mayores, los más importantes.

Nadie imaginaba el alcance del Covid, y cuando digo nadie, es nadie, a todos nos ha venido grande.

Empezaron los primeros síntomas, cada día aparecía uno nuevo, las sectorizaciones, la incertidumbre, un protocolo cada día….y a todo esto se suman sus miradas, sus preguntas de no entender nada, y lo que ellos no se imaginaban o igual sí, por todo lo que han vivido, era que iban a ser los grandes olvidados de las instituciones.

Los medios de comunicación solo daban datos horribles de las residencias, a veces ciertas y a veces falsas, no todo vale, nadie pensó que detrás de esas paredes hay personas que se han entregado a sus mayores porque para ellas no son números, son personas con nombres y apellidos que te sonríen, te cuentan su historia de vida, te dan consejos.

Esos trabajadores que siempre son considerados de segunda, con Covid hemos demostrado que esto no es así, que además de ser profesionales cada uno en su campo, teníamos que conseguir que ellos no notaran la ausencia de sus familias, que nos sintieran más cerca que nunca, que no sintieran miedo en sus últimos minutos aunque estuviéramos rotos de dolor, de impotencia, de rabia, pero nadie se ponía en nuestra piel.

Ahora buscan culpables, “cabezas de turco”, sin pensar que los trabajadores ya tienen el corazón roto por todo lo que llevan vivido, sin pensar que son personas con familia, sin pensar que les marcará de por vida.

Es más fácil publicar en redes sociales y hacer daño ahora, mientras que cuando han estado mal, se han sentido solos, e incluso hemos conocido parte de la historia de su vida, los que han estado ahí, hemos sido esos profesionales dándole ánimo y esperanza.

Aún con el corazón roto tenemos empatía, qué palabra más bonita y poco puesta en acción por esos familiares que no han podido despedir a sus mayores y que no entienden que hemos trabajado y seguimos trabajando bajo protocolos que nos imponen, aún así nos ponemos en vuestra piel, pero ¿alguien se ha puesto en la piel de esos profesionales?

Nadie se para a pensar que tras largas jornadas de trabajo, ¡y qué jornadas!, llegas a casa y tienes a los tuyos que no puedes abrazar, que te reprimes el derecho a llorar para que no vean que estés mal, que tienes que ser un poquito más fuerte por ellos, y en tus ratos de soledad piensas todo esto tiene que ser para cambiar algo en la sociedad, porque vivíamos demasiado acelerados.

Por supuesto, un pequeño recuerdo a todos esos voluntarios que han venido a ser uno más de nosotros, a esas familias que sí han abierto su corazón y se han puesto en nuestra piel con sus llamadas de cariño y donaciones y, a nuestros mayores que se nos han ido agarrados de nuestras manos.

Esperemos que el Covid haya servido para reconocer el trabajo de las distintas categorías y que no por trabajar en una residencia eres sanitario de segunda, eso no debe ser así.

A todos los trabajadores de DomusVi Leganés GRACIAS por ser ángeles en la tierra, recordad que no eres lo que logras, eres lo que superas, y algún día serás la guía de superación para otra persona.

“Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa”.

Carmen
DomusVi Leganés (Madrid)