Berta, psicóloga Residencia La Nostra Casa – Vall de la Ballestera

APRENDER EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

Desde que se decretó el estado de alarma, son muchos los estados emocionales que hemos experimentado para hacer frente a la expansión del coronavirus. Estados  emocionales entendidos como procesos psicofisiológicos con fines adaptativos, que nos han llevado, y nos llevan todavía, a la acción como respuesta ante la amenaza de un virus no conocido hasta la fecha.

Una explicación de los estados a los que nos referimos, podemos encontrarla en el psicólogo estadounidense Robert Plutchik (1997-2006), quien desarrolló una teoría evolucionista de las emociones. Según este autor, existen ocho categorías emocionales básicas o primarias para la supervivencia, a partir de las cuales, y como combinación de las mismas, puede obtenerse un amplio abanico de situaciones emocionales.

Dada la tremenda experiencia que ha representado la lucha frente la pandemia y lo dilatado del periodo de confinamiento, puede decirse que, tanto de manera individual como colectiva, en algún momento u otro, se han experimentado en nuestra residencia la totalidad de las emociones primarias señaladas por Plutchik.

El temor ante el peligro, real o supuesto, de que el virus entrase en el centro en el presente, futuro o incluso pasado.

La sorpresa ante la aparición de este acontecimiento imprevisto, inesperado, que modificó toda la organización y diseño de nuestros planes de atención.

La tristeza ante el dolor por la pérdida temporal de libertad de movimiento, lo que llevó a sectorizar preventivamente a los residentes por grupos, y a limitar sus salidas y visitas para evitar posibles contagios.

El disgusto ante la incapacidad de control del virus y en consecuencia las limitaciones a la protección de nuestros usuarios.

La ira, como irritabilidad ante la imposibilidad de volver a corto plazo a la normalidad.

También la alegría, tanto al contrarrestarse el virus como al generarse numerosas emociones positivas en los momentos de trabajo o entretenimiento a nuestros residentes.

Hasta la aceptación de la situación actual y el abordar el futuro inmediato desde la calma de esta experiencia emocional que seguimos viviendo. Y, por último, la esperanza, como sentimiento de confianza en que al final todo saldrá bien, se superará esta realidad y nos hará mejorar como seres humanos.

No cabe duda que, de todas estas emociones experimentadas como colectivo hemos aprendido a actuar con mayor atención, cautela y valentía ante un acontecimiento imprevisto generador de temor.

Hemos aprendido a prepararnos de manera más eficaz ante los cambios. A amplificar nuestra relación afectiva al comprobar con asombro de que se pueden superar los contratiempos.

Hemos aprendido a identificar mejor las causas y estrategias eficaces ante una reacción adversa. A superar el desgaste emocional ante el disgusto. A dejarnos la piel por alcanzar nuestro fin máximo de protección y cuidado desde el cariño.

En definitiva, motivarnos ante la adversidad, planificar mejor en equipo, cohesionarnos y hacernos fuertes frente a cualquier otra posible situación adversa en el futuro.

Y tú, desde tu experiencia personal vivida ante el confinamiento, ¿Qué estrategias de afrontamiento has aprendido?

Berta Mairena
La Nostra Casa- Vall de la Ballestera. Centro de Atención a Personas con Discapacidad