Andrea, auxiliar DomusVi Monte Jara

Un día cualquiera cayó la noche y me brindó un descanso tranquilo y apacible, el destino hizo que amaneciera distinto.

Fue un amanecer silencioso, ausente y muy muy frío. De repente el mundo cambió y se tornó callado y temeroso. Aparecimos sobre un tablero de ajedrez donde sólo somos peones, carne de cañón, cobayas luchando contra algo que no se ve.

Nos tocaron el botón de pause y pusieron nuestra vida en cuarentena. Nos metieron de protagonistas en una serie de desastres sin preguntar siquiera…

¿Quién detuvo el tiempo? ¿Quién nos robó la primavera? Vivimos con una amenaza a cada paso, con incertidumbre y miedo en las miradas porque el enemigo, invisible, está ahí fuera esperando para arrebatarnos lo más valioso que tenemos, nuestra vida.

Y aun así cada día nos levantamos, nos ponemos nuestro uniforme de combate y nos vamos de frente con valor, entrega y dedicación, porque tenemos personas a las que cuidar y velar por ellos/as, nuestros residentes.

Las personas mayores nos esperan con toda la ilusión del mundo porque somos su fuente de esperanza. Son niños grandes que el tiempo se encargó de mermar sus fuerzas, pero la vejez es una máscara, si la quitas descubres el rostro infantil del alma.

No hay mayor recompensa personal que ayudar al que no puede valerse por sí mismo y hay que hacerlo con uno de los valores más poderosos que hay, con entusiasmo, que siempre va de la mano de los sueños y todos los sueños empiezan con un SÍ PUEDO.

Allí donde nuestro corazón va, deben ir nuestros pasos. Allí donde todo parece un caos, debe ir nuestra confianza. Allí donde aparezca la soledad, debe ir nuestra compañía. Allí donde aparezca acabado, debe ir nuestra dedicación. Allí donde aparezca la soledad, debe ir nuestra compañía.

Esta guerra la ganaremos porque estamos unidos por una misma causa, luchar porque de nuevo amanezca un día donde reine aquello que nos fue arrebatado, la tranquilidad, el sosiego, la alegría…

Como diría Friedrich Nietzsche:  sin duda soy yo un bosque y una noche de árboles oscuros, sin embargo quien no tenga miedo de mi oscuridad encontrará también taludes de rosas debajo de mis cipreses….Porque después de la tormenta siempre vuelve la calma.

TODO VA SALIR BIEN… ¡FE Y ESPERANZA!

Andrea
DomusVi Monte Jara (Tharsis, Huelva)